—A mí esto de la consciencia me suena a tener la conciencia de algo. Entonces, ¿conciencia es lo mismo que consciencia?
—Pues no, existe una pequeña diferencia que suele confundir a las personas, y que a continuación pasaré a explicarte.
Según nos dice Christof Koch —uno de los mayores expertos en el estudio de la consciencia— en su libro «La búsqueda de la consciencia: un enfoque neurobiológico», la principal diferencia entre consciencia y conciencia es que, la consciencia es todavía un enigma, mientras que la conciencia no.
En este sentido, la conciencia se refiere a los valores, y a la responsabilidad de cada persona por sus actos. Mientras que la consciencia se refiere a todo lo que experimentamos.
Por tanto, según la RAE, la conciencia en una de sus acepciones sería el «sentido moral o ético propios de una persona», en contraposición a la consciencia, la cual es la «capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella».
Podemos decir que, cuando hablamos de consciencia, hablamos de lo que experimentamos durante toda nuestra vida: nuestro primeros recuerdos de pequeños, nuestro primer beso, o nuestro sentido de la muerte. En cambio con conciencia, nos referimos más a intentar vivir de manera respetuosa, respetando las normas sociales. De este modo, considero que ambas palabras van unidas, ya que al abrir los ojos a que, simplemente eres consciencia que toma parte de cada situación y de cada hecho de tu vida; esta comprensión te ayuda a ser consciente: consciente de tus actos, de tus palabras, y de lo que vives.
Una vez que tomas consciencia de lo que eres, y te das cuenta de que, lo único que puedes controlar es a ti mismo, pasas a sentirte especial, experimentando el sentimiento de ser quién eres, ya que sientes que, puedes expandirte e interactuar con el ambiente.
Cuando por fin abres los ojos a que simplemente eres potencialidad pura, representada a través de una consciencia, que a su vez toma posesión de un cuerpo para cumplir sus objetivos vitales aquí, en lo que llamamos Tierra, todo adquiere otra dimensión, ya que pasas de ser mero observador, a formar parte de algo más grande que te define.
Pasas a darte cuenta de que tienes dos opciones:
- Elegir vivir tu vida, sentirla, tocarla, amarla, despertar, o
- Evadirte e ignorar tu consciencia, quedándote dormido y siendo inconsciente.
Es tan simple como, dar el primer paso al despertar, a aceptar que a través de lo que te mueves en tu cuerpo y en la vida diría es la consciencia, la cual, es el medio elegido para conectar con tu cuerpo, con tu mente —esas dos partes, que dan la sensación de ir separadas—, pero que tan solo son herramientas de tu propia consciencia, y las cuales interaccionan con tu entorno: las personas y circunstancias que te rodean.
Por tanto, estas cuatro variables son los lugares que usa tu consciencia en su representación material, y a través de estas, desarrollas tu propósito en la vida. «Tú» como pronombre personal, lo conforma únicamente tu consciencia, y a través de ella sucede todo.
Jorge César Parodi, psicólogo clínico, y estudioso de la psicología oriental, explica en su libro «Psico – cosmología», inspirada en el enfoque transpersonal de Gustav Jung, que, «a partir de la década de 1970 los científicos comenzaron a plantearse la posibilidad de que, la consciencia no necesariamente esté ligada o limitada a la corteza cerebral, conclusión a la que se llega, no sólo por vía de estudios realizados, sino también por el hecho de que nadie puede explicar de qué manera el cerebro produce consciencia.»
Y añade que: «se ha podido observar que en algunos niños que padecían hidrocefalia —excesiva acumulación de líquido en el cerebro—, podían tener un desarrollo mental normal a pesar de carecer de corteza cerebral», lo más asombroso del estudio, es que, termina diciendo que, a uno de los niños, a los cuales se efectuaron los estudios y cuya actividad era mentalmente normal, «todos los estudios que se le realizaban para medir la densidad de su corteza cerebral daban resultados negativos», lo cual quiere decir, que aunque su cerebro funcionaba mal, su actividad mental era normal.