Muchas veces en la vida andamos perdidos de aquí allá sin saber dónde está realmente la felicidad, buscamos en el dinero y las cosas materiales o nos esforzamos por explorar en otros lugares más lejanos como galaxias a años luz de nuestro planeta o hasta el mismo centro de la Tierra.
La «felicidad real» no está en grandes cosas, ni grandes logros, o en grandes posesiones.
Con este punto de vista, nunca caemos en mirar frente a nuestras narices, y es que el ser humano a veces complica demasiado las cosas y no se da cuenta de que la realidad, o lo que se denomina vulgarmente la «felicidad real» no está en grandes cosas, ni grandes logros, o en grandes posesiones.
Somos nosotros mismos los que podemos encontrar la felicidad.
Somos nosotros mismos los que podemos encontrar la felicidad: en el instante, en el momento, en el ahora, en esos pequeños gestos, esas pequeñas sonrisas y esos pequeños intentos por ayudar a los demás; o cuando quedamos con un amigo, cuidamos de un familiar, en una llamada tierna a alguien que amamos, o en una simple cena con una de las personas más importantes de nuestra vida (que por ejemplo puede ser nuestra pareja).
Porque la vida está llena de esos momentos y se nos escapan, y muchas veces, no nos damos cuenta de que el tic tac del reloj sigue contando y que, sin darnos cuenta, y buscando dejamos de encontrar, y finalmente nos perdemos buscando algo que lo tenemos enfrente de nuestras narices.
Por eso, me gustaría empezar este blog hablando de las personas, porque es a día de hoy, y será siempre, lo más valioso que existirá en nuestros corazones. Me gustaría hacer un llamamiento a instituciones organizaciones, y lo más importante, a las personas que componen estas, porque la vida no está hecha en base a marcas, posesiones ni dinero, si no a base de personas.
En el centro de todo estás tú y los que rodean.
Dinero y posesiones te pueden ayudar y son una herramienta útil, pero en el centro de todo estás tú y los que te rodean, nunca lo olvides.
José Palma Checa