José Palma Checa

Plasticidad cerebral

En primer lugar, debemos de ser conscientes, de que el cerebro es un órgano muy plástico, al contrario, de lo que se pensaba hasta hace muy pocos años.

Por plasticidad cerebral, podemos entender la facilidad del cerebro para moldearse desde dentro, con el fin de adaptarse a los cambios que puedan surgir, tanto del entorno —factores exógenos—, como desde dentro —factores endógenos—.

La mayor capacidad de este sistema es, la facilidad para adaptarse incluso a pérdidas de parte del encéfalo y elegir diferentes atajos o caminos neuronales para procesar la misma información cuando existen daños.

Podemos decir que, somos rehenes de nuestras conexiones neuronales, pero además, también somos libres de estas, porque podemos generar nuevas, mediante el cambio en nuestro comportamiento y rutinas o hábitos. Por tanto, la plasticidad cerebral nos dice que, nuestro mundo mental moldea de manera física nuestro cerebro.

Este conocimiento de la plasticidad cerebral tiene muchas aplicaciones a la hora de entender nuestro comportamiento y el de otras personas, porque ya sabemos que la rigidez mental crea hábitos mediante procesos mentales, que se puede cambiar si tomamos el control de nuestros pensamientos.

Tenemos un cerebro plástico y adaptativo que genera a cada instante recreaciones mentales del futuro y que proyecta ese futuro de manera lógica como un proceso de imágenes y decisiones de cara a hacer realidad ese plan proyectado.

Por tanto, debemos de aprender a usar nuestro cerebro para adquirir nuevas habilidades, y evitar, seguir realizando hábitos perjudiciales, que marcan cada vez más las autopistas cerebrales de nuestras neuronas.

Entender el funcionamiento plástico del cerebro, es entender que, todos los seres humanos somos proclives al cambio; además de entender que:

«cualquier persona que se lo proponga puede ser artífice de su cerebro»

Ramón y Cajal.

Debemos de comprender que, aunque venimos genéticamente programados con una programación genética base, también tenemos un cierto libre albedrío para poder cambiar nuestro destino. La mejor manera para tener control sobre nuestro destino es controlando nuestros pensamientos, ya que estos controlan nuestros estados de ánimo, los cuales, a su vez, hacen que la historia que nos contemos de la vida sea bonita u horrible. Ya que, depende con el estado de ánimo que afrontemos las cosas, así las interpretaremos.

Para entender la capacidad plástica del cerebro, debemos de saber la existencia de los diferentes tipos de estudios, que demuestran que, a personas que les han extirpado parte del cerebro, se han podido recuperar y la parte que ha resistido del cerebro ha adoptado las funciones que ejercía el trozo que ha sido extirpado.

Según cuenta la investigadora del Instituto de Neurociencia de Alicante CSIC-UMH, Sandra Jurado, el cerebro nunca descansa. Debemos de saber que, nuestro cerebro usa el sueño para afianzar los recuerdos, mediante la conexión o desconexión de neuronas, ya que este, nunca para y siempre está trabajando, es decir, en palabras de Jurado, nuestro cerebro «refuerza y elimina, construye y destruye: así se conforma nuestra memoria».  

Por tanto, debemos de saber del cerebro, y de lo que percibimos a través de él que, tan sólo conocemos de la realidad lo que nuestros sentidos nos dejan ver, y esa es la única información que el cerebro procesa.

Este a su vez, interioriza y elabora respuestas en forma de outputs, las cuales crean nuestro mundo físico, el cual puede mejorar tan solo entendiendo que, a través de nuestros pensamientos, está el poder de hacer cambios reales en la vida y en nuestras relaciones.

Debemos de entender, la importancia de que, cambiar nuestro mundo interior es, moldear nuestro cerebro y moldear nuestro cerebro es moldear nuestro mundo. Y todo esto genera, a su vez, una mejora en nuestra calidad de vida, que gocemos de plenitud, y que nuestra percepción de bienestar y alegría sea alta en comparación con la media de la población mundial.

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